Para los celtas y otras culturas paganas el sáco era hogar de elfos y hadas; dentro del folklore nórdico encontramos a la Dama de los Saúcos o Hyldemoer (la Madre Saúco), un espíritu de la naturaleza que habita en todos y cada uno de estos árboles, mientras que en la tradición druídica se consideraba el último fruto sagrado de la tierra y el vino realizado con sus frutos solo podía ser bebido por los druidas. Se creía que maltratar o talar un saúco era castigado por las criaturas feéricas que habitaban en él, e incluso para cortar alguna de sus ramas, las cuales muy a menudo han sido utilizadas en la realización de varitas mágicas, es necesario pedir permiso a estos seres protectores.
Dentro de la tradición mágica el saúco también es llamado "Árbol de las Hadas", "Vieja Dama", el "Árbol de las Flautas" (ya que sus ramas, gracias a su médula blanda y hueca han sido utilizadas tradicionalmente para la realización de flautas) o "Lady Ellhorn", entre otros.
El saúco representa la muerte y el renacimiento, es por ello que su mes se sitúa entre noviembre y diciembre, la "época oscura" del año, en la cual la naturaleza se sume en su cíclico letargo del que no despertará hasta primavera.
Los druidas celebraban juicios y asambleas bajo este árbol y lo consideraban protegido por las hadas.